Todas las etapas hasta la lateralización son preaprendizaje
para la lectoescritura. No obstante hay algunas destrezas que el niño debe
dominar, así como algunos requisitos madurativos que han de estar presentes
para iniciar con éxito su aprendizaje.
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Conviene desarrollar al máximo las formas verbales orales de la
lengua, eso supone la ejercitación en el escuchar y el hablar sin dejar de lado
la vertiente no verbal y de expresión dinámica. Leer y escribir es una forma
más de comunicación que amplía otras que el niño ya posee y que es tanto más
rica cuanto mayores y mejores sean las vivencias de comunicación anteriores.
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La motricidad epicrítica. El preaprendizaje consolidará una correcta pinza escribana así
como una cierta flexibilidad muscular que permita un mínimo de
control-inhibición para iniciar los grafismos dirigidos.
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Especial atención a la discriminación auditiva
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Se requiere un nivel importante
en el conocimiento y organización del espacio. Debe poseer un esquema corporal
vivenciado que le haya permitido
orientar el espacio respecto a sí mismo, así como orientar los objetos
entre sí e iniciar el conocimiento de la lateralidad. La orientación espacial
debe reflejarse en el plano gráfico tanto a nivel de organización de lo icónico
como de descomposición y análisis de lo representado.
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El preaprendizaje de la
lectoescritura debe llevar a la
discriminación y clasificación de tamaños, formas y colores como procesos en
los que se basan después las actividades lectoescribanas
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La lectura y la escritura son fenómenos rítmicos que requieren una
base sólida en este terreno para poder alcanzar los niveles de destrezas
óptimos. Genera procesos de acción-inhibición
y está íntimamente ligado a fenómenos de atención.
Se trata de conseguir un desarrollo armónico en todos los niveles y en cada uno de los parámetros, pues esa es la mejor garantía para lograr un aprendizaje exitoso en cualquier área del aprendizaje.
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